miércoles, 10 de diciembre de 2014

FRAGMENTO DE "POLES APART" by KIRSTY MOSELEY

¡De acuerdo! Hoy les traigo un fragmento bastante largo de "Poles Apart" el nuevo libro de Kirsty Moseley, la autora de "El chico que se escabulle por la ventana de mi habitación" ¿se acuerdan de esa conmovedora historia? Pues esto es de la mismísima persona que nos ha deleitado antes. ¡Léelo!


Él es de primera posición…

Carson Matthews, el conductor más caliente que alguna vez ha golpeado el MotoGP circuit, vive con un estilo de vida de celebridad sin preocupaciones. Con poco de qué preocuparse, simplemente mantenerse en la parte superior de la tabla de líderes. Su pasatiempo favorito los fines de semana es cuando visita a cierta rubia en un club para caballeros de Los Ángeles.

Ella es una bailarina…

Emma Bancroft, una bailarina a tiempo parcial, sólo trata de llegar a fin de mes. Sus responsabilidades pesan mucho, al igual que el secreto que ha mantenido oculto de todo mundo durante los últimos dos años y medio.

Ambos son polos opuestos.





Carson Matthews

Primer encuentro

—Venga. Vive un poco. ¡Son tus dieciocho! ¡Tenemos que ir a un club de striptease! Ahora puedes beber legalmente, así que ¡tenemos que aprovechar eso! —Persuadió Gary, envolviendo su brazo alrededor de mi cuello y frotando los nudillos en mi pelo.

Riendo, lo empujé lejos de mí y lleve una mano hacia mi cabeza tratando de acomodar mi pelo de nuevo. — ¡Maldita sea, Gary! Me llevo siglos arreglar mi cabello para que se viera bien, —bromeé.

Él sonrió, asintiendo nuevamente hacia la entrada del club. Mi otro amigo, Michael, ya se encontraba junto a Gary, enviándome esa mirada, ambos esperando que despertará mi mente. Dejé escapar un gemido. ¿Era absolutamente necesario que estuviéramos aquí? Seguramente, por ser mi cumpleaños ¿podríamos hacer algo que yo quisiera? ¡Todo lo que quería era un poco de comida y un bar con deportes! Michael hizo un gesto hacia el club, con una expresión suplicante.

Superado en número. Genial. ¡Sólo jodidamente genial!

— ¡Muy bien! Entraremos al maldito club de striptease, pero quiero que sepan que los odio por hacerme ver hermosas mujeres medio desnudas. ¿Qué clase de cumpleaños es este de todos modos? —Bromeé, mientras nos aproximábamos a empujones en dirección a la puerta.

La sexy y estruendosa música flotaba por las escaleras mientras hacíamos nuestro camino hasta la cabina de concesiones. Suspire, ya deseando que esta noche terminara. Este tipo de lugares nunca me había interesado en lo absoluto. Estas chicas no me provocaban nada en lo más mínimo. Para colmo, este era un club sólo para miembros, por lo que cada uno tuvo que desembolsar veinte libras por una membresía de una sola noche. Trate de no mirar a mis dos mejores amigos. No había oportunidad en el infierno de que pudiéramos darnos el lujo de beber en este lugar.

—Chicos, tómenlo con calma con las bebidas de este lugar ¿de acuerdo? Apuesto a que son muy caras y no quiero quedarme endeudado ni nada, —dije en voz baja.

Ellos apenas me prestaron atención, sin embargo no a la chica que estaba detrás del mostrador, ella llevaba puesto un chaleco blanco y ceñido con Angels Gentleman’s Club estampado en su pecho. Piqué las costillas de Gary con mi dedo para apartar su atención de la chica encargada del guardarropa.

—Estás práctica y jodidamente babeando, —dije, sacudiendo la cabeza.

Se echó a reír, y la rubia le sonrío dulcemente antes de tomar nuestros abrigos y entregar un boleto a Gary por ellos. A medida que nos diríamos a la habitación, me senté en la mesa más cercana a la puerta disponible. Estaba bastante lejos del escenario, pero eso era algo bueno. No quería estar demasiado cerca. En el borde del escenario se encontraba un montón de hombres bien vestidos pero de mala pinta agrupados, empujando dinero en la correa de la bailarina.

Sentado en mi silla, deje que mis ojos vagaran por su cuerpo. A pesar de que no era mi tipo en absoluto, tuve que admitir que era caliente, de una forma plástica.

— ¡Guau! Mira al par de tetas y culo en eso, —susurró Michael, con los ojos clavados en la bailarina mientras ella se sacudía al ritmo de la canción.

Hubo un movimiento a mi lado, así que miré hacia arriba, poniendo una sonrisa falsa para que nadie supiera que preferiría estar en otro lugar que no fuera este. Y fue entonces cuando sucedió. Ese fue el momento exacto en que mi mundo pareció inclinarse sobre su eje. Cuando… la conocí. Un ángel con piernas. La chica más sexy, más hermosa que jamás había visto en mi vida.
Su cabello largo y rubio colgaba en rizos sueltos hasta sus hombros, y la forma en la que la luz le daba parecía hacerlo brillar con diferentes tonos. Sus ojos color chocolate estaban muy abiertos y un poco desconcertados mientras me miraban. Una hermosa sonrisa adorno sus carnosos y rosados labios. Ella era arrebatadoramente impresionante. Y este se había convertido en el mejor cumpleaños.

—Hola, chicos. Soy Emma y seré su camarera esta noche. Hay un menú de bebidas sobre la mesa, por lo que pueden verlo un poco, y estaré de vuelta en un par de minutos para tomar sus pedidos. —Su voz tembló ligeramente mientras hablaba. De hecho, parecía un poco aturdida y nerviosa. Ciertamente no parecía encajar en un lugar como este.

Abrí la boca para decir algo, pero no salió nada, así que la cerré de nuevo y me limite a asentir como un absoluto y total idiota. Sólo di hola, imbécil. Dos pequeñas letras. Una sílaba. ¡Dilo! Me obligué mentalmente.

Antes de que saliera de mi boca algo, seguramente, inapropiado y embarazoso, ella deslumbró otra de esas sonrisitas y volvió a alejarse. Fue entonces cuando noté su cuerpo.

Gruño con apreciación. Ella vestía un pequeño, chaleco top blanco que se aferraba a sus pequeños, pero perfectos, pechos. La parte superior no alcanzaba a tocar el material de sus pantalones cortos de color negro, por lo que exponía una tira de su vientre plano. El short apena cubría su culo, tanto que, podía ver vagamente la parte inferior de sus nalgas asomándose a través del material. Eran tan perfectas, como melocotones que tenía el impulso de sostener. Sus tonificadas piernas parecían no terminar nunca. Era perfecta, impecable, hermosa, y yo la deseaba jodidamente tanto que, estaba seguro, me mataría toda la noche.

Oh, ella definitivamente dio en el blanco. Jodidamente estaría en la parte superior de mis fantasías más tarde esta noche.

Tragué saliva y me gire hacia Michael y Gary, esperando que estuvieran mirando lo mismo que yo, pero ambos observaban a la chica en el escenario.

— ¿Has visto a nuestra camarera? Mierda, tengo que invitarla a salir, —dije empujando a Gary para llamar su atención.

Frunció el ceño, sus ojos nunca dejando a la bailarina que estaba colgando boca abajo en el tubo de metal. —No puedes pedirle eso a una bailarina. Está prohibido.

¿Está prohibido? ¿En serio? Eso no puede ser cierto ¿no? — ¿Cómo sabes eso?

Se encogió de hombros. — ¿Una bailarina, amigo? ¿En serio? ¡Como si tuvieras alguna oportunidad con una maldita bailarina! —se burló, riendo y sacudiendo la cabeza.

Fruncí el ceño, sabiendo que tenía razón. Ni siquiera estaba en la liga de esta chica. Ella era tan caliente que parecía una locura, y sin duda tenía chicos cayendo sobre ella todo el tiempo también. ¿Por qué estaría interesada en un estúpido con dieciocho años recién cumplidos que no tenía habilidades reales o educación?

Suspiré abatido y dirigí mis ojos hacia ella. Estaba apoyada en la barra, hablando con un chico con el cabello marrón. Ella se echó a reír y una cantidad bastante inadecuada de celos se construyó en la base de mi estómago. Yo ni siquiera había sido capaz de saludarla, pero ese chico ya la había hecho reír. Estaba siendo irracional, sabía eso, pero eso no disminuyo la sensación de celos en absoluto.

—Sí, supongo, —murmuré con derrota, dirigiendo mis ojos a sus piernas y a su culo.

Gary me dio una palmada en el hombro. — ¿En serio? ¿Qué pensaría tu madre si llevaras a una bailarina para que la conociera? —Se rio de nuevo.

No podía dejar de fruncir el ceño. Mi madre estaría cabreada, eso es seguro, pero lo superaría. Esta chica parecía linda y tan condenadamente hermosa que no podía dejar de querer conocerla un poco más, averiguar lo que la hacía reír y sonreír. Un trabajo era sólo un trabajo, después de todo. Eso no define a una persona.

Me encogí de hombros como respuesta, y él puso los ojos en blanco. —Amigo, confía en mí. Las bailarinas no tienen permitido salir con clientes. Es cosa de su contrato. Su trabajo consiste en mirar bastante y coquetear con los clientes, no salir con ellos. Te verías como un completo y total idiota si la invitaras a salir. Confía en mí. Ella no se interesará en ti, —dijo mirándome, con un tono de disculpa. —Aunque tal vez deberías hacerlo para que pudiera verla rechazando tu lamentable culo, —agregó en broma.

Fruncí el ceño, pero asentí con la cabeza, en el fondo sabiendo que tenía razón.

—Mira, vamos a celebrar con estilo tu cumpleaños. Sólo veremos el espectáculo. Vamos a tomarnos un par de copas y tal vez puedas conseguir que tu pequeña camarera sacuda su cosa para ti. Y después puedas masturbarte antes de dormir pensando en ella, — sugirió Michael, elevando sus cejas.

Aspiré una carcajada. —Ya tenía eso planeado. No te preocupes, —confirmé.

Las luces del club se apagaron y otra bailarina se escabulló en el escenario, moviendo sus atractivos, oscilando alrededor del tubo y moliéndose en él de una forma provocativa. A pesar de que era un espectáculo sexy, no podía alejar mi atención y mis ojos de la camarera mientras me preguntaba si alguna vez había bailado así, en el escenario. ¡Eso sí que mantendría mi atención!

Emma sonrió hacía mi mientras cogía su libreta de pedidos y se dirigía a nosotros. Tragué el nudo que se formó en mi garganta.

Oh, joder. Actúa de una manera fría. No quedes como un idiota, por una vez, Carson. Sólo ve a lo seguro y mantén la conversación de forma amistosa. No intentes coquetear con ella porque ¡terminaría en un desastre!

—Oye, así que… ¿se han decidido?, —pregunto con una voz gutural y sexy.

La miré fijamente, notando que sus grandes ojos marrones se veían un poco preocupados y su postura estaba un poco demasiado tensa, como si no estuviera cómoda. Tal vez no le gustaba trabajar aquí… Tal vez no tenía otra opción. Internamente me preguntaba ¿qué razón podría tener esta hermosa chica para trabajar en un lugar como este? Tenía que ser por dinero.

Mi mirada recorría su cara fresca, de aspecto inocente. Era joven. Tenía que tener mínimo dieciocho años para trabajar en este club, lo que significaba que yo, al cumplir dieciocho años también, podría ser su toy-boy. Sonreí ante el pensamiento.

Algo luminoso y plano me golpeó en la cara. Me estremecí, inmediatamente girándome para mirar a Michael que, se reía histéricamente por haberme golpeado en la cara con la carta de bebidas, haciéndome quedar como un completo imbécil frente a la chica más caliente que había visto.

— ¿Vas a ordenar o qué, Carson? Apuesto a que ella no tiene toda la noche para estar ahí parada mientras la miras, —bromeó, riéndose.

Emma se rió, mordiéndose el labio mientras bajaba la vista a su cuaderno de notas.

Retorciéndome en mi asiento, me esforcé por no dejar que mi vergüenza fuera muy evidente. —Eh, si, lo siento. Estaba pensando en algo. Um, voy a ordenar ¿vodka con Coca- Cola? —respondí, haciéndolo sonar más como una pregunta.

Ella sonrió y lo anotó en su libreta mientras los otros también ordenaban sus bebidas. Después e dirigió de nuevo a la barra, caminando y meneando su culo de una forma sexy, haciendo que mi polla reaccionara dentro de mis pantalones.

Tragué saliva y miré a Michael. — ¡Estúpido de mierda! ¿Tenías que hacerme quedar como un gilipollas delante de ella? —Le pregunté cerrando mis ojos y, mentalmente, contando hasta diez.

Se rió con malicia. — ¡Oh, vamos! Era fácil de ver que la estabas follando con la vista. Por Dios, ¡contrólate! No tienes ninguna oportunidad con una bailarina. ¡Estás perdiendo el tiempo! —se encogió de hombros y miró de nuevo a la chica en el escenario.

Gemí y asentí. Estaba en lo cierto. No tenía oportunidad con esta chica en absoluto; después de todo, no podía ni siquiera hablar con ella sin sonar como un perdedor. Nunca conseguiría a una chica así en mi vida.

El codo de Gary tocó mis costillas. —Checa a la chica en el escenario; diez es lo más alto, uno lo más bajo, —instruyó, obviamente tratando de cambiar de tema.

—Ocho, —respondió Michael inmediatamente. La chica se abalanzó en el tubo e hizo un par de volteretas antes de aterrizar y hacer un movimiento con su lengua, a través de su propia conmoción. —Mierda. Mejor un nueve. Ella consigue un extra por su flexibilidad, —añadió rápidamente.

Gary rió. —Yo le daría un ocho. ¿Y tú, Carson?

Me encogí de hombros sin comprometerme. — ¿Cinco? —ofrecí. Ella tenía el pelo de un color rojo fuego y obvios pechos falsos que eran más grandes de lo necesario. En mi opinión, eso no era sexy.

Ambos me miraron, shock puro en sus expresiones.

— ¿Cinco? ¿Estás ciego? —Gary se quedó sin aliento.

Me encogí de hombros en respuesta.

— ¿Qué pasa con tu camarera? —Sondeó, asintiendo con la cabeza a un punto sobre mi hombro.

Me di vuelta y miré a Emma de nuevo. Al instante, mi polla se puso un poco más dura. Gemí. Ella definitivamente tenía algo de talento. La mayoría de las chicas tenían que trabajar un poco para conseguirlo. Nunca había conseguido una erección sin una capa gruesa de maquillaje, sin embargo esta chica me había provocado una sin siquiera haberla tocado.

—Doce, definitivamente.

Los dos se rieron maliciosamente, y luego Emma estaba dirigiéndose hacia nosotros, tambaleándose en unos zapatos blancos de tacón sin clase, sosteniendo una bandeja de plata en sus manos. Parecía tan fuera de lugar aquí. Probablemente estaría más cómoda en su casa, en un par de pantalones vaqueros y una sudadera con capucha; probablemente sería mejor para ella, también. Mientras colocaba la bandeja sobre la mesa, su tonificada pierna rozó accidentalmente la mía. Mi aliento se atascó en mi garganta por su cercanía.

Tan cerca, y al mismo tiempo, no lo suficientemente cerca.

—Muy bien, chicos. Fueron un Captain Morgan con Coca-Cola, una botella de Bud y un vodka con naranja, ¿verdad? —pregunta, colocando cada una de las bebidas sobre la mesa. De repente, se estremece cuando me mira. —Mentira. Dijiste vodka con Coca-Cola. ¡Maldita sea! Lo siento. Voy a cambiarlo. Lo siento mucho. Mi letra es una mierda. Supongo que la C parecía una O para el barman, —se disculpó. Mientras recogía mi bebida, tomé su mano, sacudiendo la cabeza.

—No te preocupes. Voy a beber esto. Está bien. —Sonreí, tratando de no abusar de ella, como mis ojos lo habían hecho la última vez que estuvo parada allí.

Con mi mano sobre la suya, no puedo dejar de notar lo suave que es su piel. Ella no trata de apartar su mano de la mía, así que siento como si esto fuera sostener su mano. Me gusta. Me gusta mucho.

Ella sonríe como disculpándose. —Lo siento mucho. Estoy aprendiendo los códigos y las cosas que escriben en los pedidos. ¿Estás seguro? Puedo cambiarlo.

Negué con la cabeza y de mala gana le suelto la mano. Siento la pérdida inmediatamente y quiero agarrarla de nuevo, tirar de ella a mi regazo, y hablar con ella toda la noche. Bueno, no es lo único que quisiera hacer con ella toda la noche…

—Está bien, Emma.

Ella suspiró y me miró con gratitud. —Gracias. Me descuentan los errores. Creo que voy a cometer un montón de ellos durante los próximos días. —Frunce el ceño, incómoda.

— ¿Oh, sí? ¿Por qué? —le pregunté, mirando la manera en que su pelo cayó alrededor de su cara. Obviamente estaba creciendo fuera de límite porque constantemente caía sobre sus ojos y ella lo seguía metiendo detrás de su oreja.

—Hoy es mi primera noche aquí. No tengo idea de lo que estoy haciendo, —responde riendo. —Tal vez deberían de haber elegido otra sección para sentarse, porque probablemente lo haga todo mal durante un par de horas hasta que encuentre mis pies.

¿Esta es su primera noche? ¡No es extrañar el por qué se ve tan fuera de lugar y tan vulnerable! — ¿Es tu primera noche? Sin embargo, bastante agitada para iniciar ¿no? Un sábado. ¿No podrías haber empezado un día diferente? —le pregunté mientras tomaba un sorbo de mi bebida y trataba de no vomitar; odiaba el jugo de naranja.

Ella se encogió de hombros. —Supongo que tengo que acostumbrarme a ello. Sólo estaré trabajando los fines de semana aquí, así que… —se fue apagando, haciendo girar la pequeña bandeja alrededor de sus manos.

— ¿Oh, enserio? Tal vez te veré mucho, entonces. Soy un miembro de aquí, —dije. Mierda. ¿Por qué dije eso? ¡No puedo darme el lujo de ser un miembro de aquí! Maldita sea, no debería tener autorizado platicar con chicas.

Ella me sonrió cálidamente. — ¿Si? Eso es bueno. Por lo menos voy a tener una cara amable, entonces, Algunos otros chicos dan un poco de miedo. Es un tanto brusca la manera como me miran, como si me quisieran comer o algo. —Mira a su alrededor y se estremece un poco.

Retrocedí. ¿La estaba mirando yo de esa manera? ¡Porque definitivamente quería comérmela! —Sí, es asqueroso, —concordé, tratando de mantener mi tono ligero a pesar de que mi corazón latía tan fuerte en mi pecho que probablemente podría competir con el sistema de sonido del club. —Así que, ¿no has hecho algunas danzas aún? ¿Siendo tu primera noche y todo? —le pregunto, mordiéndome el labio.

No tenía idea de por qué estaba tan interesado en esta chica. Ella es una bailarina y camarera, y mi madre la odiaría, pero yo no podía dejar de hablar con ella. A mi alrededor había mujeres medio desnudas, sin embargo, en este momento, hubiera preferido estar en cualquier lugar con ella en vez que aquí.

Las mejillas de Emma se volvieron de un color rosa adorable mientras negaba tímidamente con la cabeza. —Me enseñaron cómo. Tuve que tomar una clase en él, pero no lo he hecho todavía.

Gemí internamente. No pude evitar sentirme aliviado de que ella no haya sacudido su hermoso trasero para cualquier otra persona. Yo quería un baile. Sin embargo, no cualquier baile. Quería su primero. En realidad, quería ser su único. La idea de ella dándole bailes a otros chicos me hizo sentir enfermo de celos, lo cual no era una buena señal ya que, prácticamente, llevaba conociéndola por lo menos quince minutos.

—Yo podría ser tu primero si quieres. Ya sabes, como una prueba, —ofrecí. Me devanaba los sesos por el precio. No había mirado cuanto costaba, pero no le había prestado mucha atención cuando entramos, recordé haber leído 50 libras. Apreté los dientes, rezando para que tuviera cincuenta en mi billetera, porque de no ser así, sería vergonzoso como el infierno.

El rubor de Emma se profundizó mientras retorcía un poco sus pies. — ¿De verdad quieres uno? Quiero decir, podrías decepcionarte. Tal vez deberías tomar a una de las otras chicas para que lo hagan.

Negué con la cabeza. —Quiero que lo hagas. Quiero ser tu primero. —Luché por no agregar “y el último”.

Ella se río incomoda, nerviosa mordió su labio. Sin duda, era demasiado buena para un lugar como este. —Bueno. Lo siento mucho si resulta ser muy malo. Si no te gusta, entonces no pagas, ¿de acuerdo?

Asentí y contuve la respiración. Oh, mierda. ¿Esto realmente está sucediendo? ¿Realmente estoy sentado en un club con la chica más hermosa que he visto en mi vida a punto de bailar de forma sexy?

Una nueva canción empezó mientras empujaba la bandeja sobre la mesa y se acercaba más a mí. Tragué saliva ruidosamente.

Y entonces empezó. Lo más dolorosamente erótico que me había sucedido jamás.

Comenzó balanceando sus caderas, agarrando mechones de su cabello, moliendo su pequeño culo contra mi entrepierna, la cual, por supuesto ya estaba de pie. Gemí al sentirla y apreté la mandíbula, tratando de mantener el control, cuando lo único que quería hacer esa agarrarla y arrancarle la ropa. Lleve mis manos a mi cabeza. Mi cuerpo temblaba de deseo mientras dejé que mis ojos se perdieran en su culo perfectamente formado, tomando cada delicioso centímetro de ella.

Se dio la vuelta para mirarme, poniendo su rodilla en el pequeño sofá a mi lado, agarrando mi camisa, y frotando su pecho contra el mío.

Joder, esto era caliente. Joder. Joder. Joder.

Los tres minutos y medios parecieron una eternidad. Sin embargo, al mismo tiempo se sentían como un abrir y cerrar de ojos. Quería más. Sin duda más que eso, pero no me lo podía permitir. Mi mente daba vueltas. Tenía que trabajar hasta el culo para lograr la firma con un equipo de carreras. Todo si quería obtener la membresía de este sangriento club caro, para así poder pagar todos los fines de semana por un baile. Tenía que asegurarme de firmar con un buen equipo para permitirme un baile sobre mi regazo como mantenimiento.

Ella sonrío cuando la canción terminó, casi con una mirada de disculpa —Eso fue malo ¿no? Mira, no tienes que pagarme. Lo siento. Eso fue malo… Oh, hombre, debí de haber tomado más lecciones, —estaba divagando, sacudiendo la cabeza, sonrojándose aún más.

Mierda. ¿Puedo hablar realmente? Casi podía saborear la excitación emi boca. La quería tanto que en realidad era doloroso. Estaba tan caliente por ella que, con un toque más, probablemente me vendría en mis pantalones. Tuve la sensación de que solamente yendo al baño podría deshacerme de mi erección.

—Emma, eso fue increíble. Si me pudiera permitir otro, entonces estaría clamando por uno ahora mismo, —le dije con sinceridad, mi voz ronca y gruesa por la lujuria.

Sonrió y todo su rostro se iluminó. — ¿En serio? —preguntó.

Asentí con la cabeza en acuerdo. Eso había sido lo mejor que me había sucedido alguna vez.

Se mordió los labios, poniendo a mi polla más dura cada vez. —Bueno, ya que eres una especie de experimento ¿qué hay con que llame a eso una muestra gratis y tú pagues el siguiente?, —ofreció.

Joder. Dios, sí.

—Amm, si quieres… entonces sí, seguro, — “¿Si quieres?” Bien, Carson. Realmente bien.

No respondió, tan sólo me dio la espalda y se lanzó a otro baile, moviendo su culo peligrosamente cerca de mi erección mal disimulada, Gemí y la observé haciendo lo suyo, rezando para que esta noche no terminara nunca.


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