El día de hoy les traigo el epílogo de esta novela de Colleen Hoover. Si no has leído el libro ¿Qué estás esperando? Las que sí, aquí tienen un poco más de Daniel y Six.
No sin antes mencionar y agradecer el increíble trabajo de todo el staff de Libros del Cielo. Ellas hicieron posible que ahora estés a punto de leer esto. ¡Gracias, chicas!
—¿Qué en el mundo está mal contigo, Daniel? —dice Chunk, golpeando su bolígrafo en la mesa.
Hago una pausa en el golpeteo de mis dedos contra el tablero de madera. —Nada. —No me di cuenta que mi nerviosismo era tan obvio. Especialmente para alguien de trece años.
—Algo está mal contigo —dice. Empuja su tarea a un lado y cruza los brazos al otro lado de la mesa, inclinándose hacia adelante—. ¿Rompiste con Six?
Niego con la cabeza. —No.
—¿Ella rompió contigo?
—Demonios, no —digo a la defensiva.
—¿Te metiste en problemas en la escuela?
Niego con la cabeza y bajo la mirada a la hora en mi teléfono. Diez minutos más y me iré. Sólo necesito diez minutos más.
—¿La embarazaste? —dice Chunk.
Mis ojos se lanzan a los suyos y mi pulso se acelera. Técnicamente no puedo contestar esa pregunta con un no, porque…. bueno.
—Oh, dios mío —dice Chunk—. ¿La embarazaste? ¡Daniel! ¡Mamá y papá van a matarte!
Se aparta de la mesa justo cuando mi madre entra en la cocina. Las manos de Chunk se elevan a su boca con incredulidad y está sacudiendo la cabeza, todavía mirándome. No sabe que ahora mi madre está detrás de ella. —Daniel, ¿eres estúpido? Sólo tengo trece años, pero incluso yo sé lo que es el sexo seguro. ¡Cristo, no puedo creer que la embarazaste!
Estoy negando con la cabeza, todavía nervioso de decirle que Six no está embarazada.
Mi madre está paralizada, mirándome fijamente con los ojos como platos. Se cubre la boca con una mano en el mismo momento que mi padre entra en la cocina. Chunk lo escucha y se da la vuelta.
—¿Qué pasa? —pregunta mi padre—. Todos parecen que acaban de ver un fantasma.
Antes de que tenga la oportunidad de defenderme o desestimar las palabras que acaban de salir de la boca de Chunk, mi madre se da la vuelta para enfrentar a mi padre. Me señala.
—La embarazó —susurra de un modo incrédulo—. Tu hijo dejó a su novia embarazada.
Mi padre mira en silencio a mi madre. Sé que debería estar defendiéndome ahora mismo —negando todo antes de que todos se alteren demasiado, pero lo que están diciendo es técnicamente verdad.
Embaracé a Six.
Sin embargo, eso fue hace más de un año y ninguno de ellos sabe al respecto, ni necesitan saberlo. Pero Six seguro como el infierno no está embarazada ya mismo. Sé eso con certeza. Hemos estado saliendo por casi tres meses, y estoy seguro que serán al menos tres meses más antes de que me permita partir ese pan.
No me gusta esa analogía. Ni siquiera tiene sentido.
¿Saltar esa valla?
Nah, eso no es lo suficiente sexy.
¿Cruzar esa línea de meta?
Nop. Será más como una línea de salida.
¿Darle una palmadita a ese trasero?
Aww. Demasiado chabacano.
¿Hincar esa patata?
—¿Daniel? —pregunta mi padre, atrayendo mi mirada a la de él. No se ve feliz, pero tampoco luce furioso. Lo cual es raro, ya que le acaban de contar que probablemente será abuelo, y tiene cuarenta y cinco. Me está mirando como si estuviera confundido—. ¿Cómo Six puede estar embarazada? —pregunta, sacudiendo la cabeza—. Cada vez que estás con ella todavía vuelves a casa y tomas esas duchas bochornosamente largas.
Juro por Dios. ¿Por qué estas personas continúan trayendo eso a colación?
Miro a Chunk y niego con la cabeza. —Six no está embarazada —les digo a todos—. Chunk sólo tiene una imaginación hiperactiva.
Un suspiro colectivo viene de los tres. Mi madre estampa una mano sobre su corazón y libera un rápido—: ¡Oh, querido buen Señor, Jesucristo, santa mierda, gracias a Dios! —Suelta un aliento tranquilizador después de sus montones de blasfemias.
Chunk rueda los ojos cuando se da cuenta que estoy diciendo la verdad. Toma asiento al otro lado de mí y coloca su tarea de nuevo frente a ella. —Bueno, si no está embarazada entonces, ¿por qué diablos estás tan nervioso?
Oh, sí. Esta pequeña distracción casi me ayudó a olvidar todo lo que está a punto de suceder. Tan pronto como los planes de la noche invaden mi mente otra vez, tengo que inhalar lentamente a través de mi nariz para recordarle a mis pulmones que necesitan aire.
—¿Qué es, pequeño Danny? —pregunta mi padre—. ¿Ella rompió contigo?
Dejo caer la cabeza entre mis manos, frustrado ante cuán malditamente entrometidos son todos.
—No —gruño—. No rompió conmigo. Tampoco rompí con ella. ¡No está embarazada, no estamos teniendo sexo y no me metí en problemas en la escuela! —Me estoy levantando ahora, paseando de un lado a otro. Los tres me están observando prácticamente tener un colapso nervioso. Finalmente me giro y los enfrento con las manos plantadas firmemente en mis caderas—. Sólo estoy volviéndome un poquito loco, ¿bien? Se supone que esté en su casa justo ahora, porque quiere que conozca a sus hermanos. A todos. Como justo ahora.
Mi padre luce divertido, y un poco me molesta.
—¿Cuántos hermanos tiene? —pregunta mi madre. Su voz es tranquilizadora, como si estuviera a punto de darme las palabras de ánimo que desesperadamente necesito.
—Cuatro. Y todos son mayores que ella.
La boca de mi madre se presiona en una fina línea mientras suavemente asiente. —Oh, chico —dice en un susurro—. Estás jodido, Daniel. —Se da la vuelta y camina en la cocina. Estoy atascado en la misma posición, preguntándome donde fueron sus palabras de consejo.
Mi padre está asintiendo, todavía con esa sonrisa molesta pegada en su cara. —Realmente no me gusta Six —dice—. Estoy comenzando a odiarla, en realidad. Ya van tres meses, ¿y todavía está sosteniéndose con fuerza a ese trofeo?
—Détente, papá —digo de inmediato—. No tienes permitido hablar sobre mi vida sexual. Y especialmente no tienes permitido usar analogías de mierda para referirte al hecho de que Six me está haciendo esperar.
Levanta las palmas a la defensiva. —Lo siento. —Se ríe—. Además, a veces olvido que tu hermana no es un adulto. —Palmea a Chunk en el hombro—. Lo siento, Chunk. Nunca volveré a mencionar delante de ti como la novia de tu hermano no le permitirá matar ese ruiseñor. —Saca una silla y se sienta a la mesa. Chunk y yo gruñimos al mismo tiempo.
—Papá —dice ella—. Acabas de arruinar mi libro favorito con esa comparación. Muchas gracias.
Le guiña un ojo antes de volver a enfrentarme. —Estará bien, pequeño Danny. Sólo no seas tú mismo en absoluto y no tendrán opción, excepto amarte.
Agarro mi chaqueta del respaldo de la silla y me la pongo mientras salgo de la cocina. —Ustedes todavía apestan —murmuro y salgo por la puerta principal.
°°°
No recuerdo entrar a su casa. No recuerdo nada de lo que dije mientras estaba siendo presentado a ninguno de ellos. Ni siquiera recuerdo cómo llegué a mi asiento, pero aquí estoy —siendo mirado desde el otro lado de la mesa de la cocina por cuatro de los hombres más intimidantes que he conocido en mi vida. Tenía la esperanza de que atravesáramos la comida con todos rellenando sus caras y nadie dirigiéndose a mí directamente.
Eso ni siquiera duró un bocado completo.
Uno me preguntó cuáles son mis planes para después de la graduación, pero no estoy seguro de cuál es. Él es el que luce más parecido a Six porque es el único rubio, pero también es el más robusto de los cuatro. Sus manos hacen que su tenedor luzca como un palillo.
Bajo la mirada a mis manos y frunzo el ceño, porque hacen que mi tenedor se vea como una espátula. Dejo el tenedor en la mesa antes de que se den cuenta lo diminutas que todos ellos hacen lucir mis manos.
Six palmea mi pierna bajo la mesa, recordándome hablar. Suavemente me aclaro la garganta. —No estoy seguro.
Mi voz suena como la de un maldito niño, comparada a las voces de ellos cuatro. Nunca he pensado sobre mi voz o como podría sonar para el resto de las personas, hasta este momento. Nunca realmente he pensado sobre como mis manos podrían hacer lucir un tenedor hasta ahora. Tampoco nunca he pensado en separarme de Six, pero… nah. No me importa cuán aterradores sean o cuanto me odien. No hay forma en el infierno de que esté separándome de Six.
—Bueno, ¿al menos vas a ir a la universidad? —pregunta Evan.
Sé el nombre de Evan. Es el más cercano a la edad de Six. También es el único que me sonrió cuando se presentó a sí mismo, así que me aseguré de recordarlo. De esa forma, si los otros tres deciden saltar sobre mí, puedo gritar el nombre de Evan por ayuda, ya que será el único que probablemente me defenderá.
—Voy a ir a la universidad —digo con un asentimiento. Al fin. Una pregunta que puedo responder—. Voy a asistir a la misma que Six.
—¿Qué si no están saliendo después de la graduación? —pregunta el de ojos grandes.
—Aaron, cállate —dice Six rodando los ojos. Me aprieta la pierna bajo la mesa—. Deja de provocarlo.
Los ojos de Aaron todavía están fijos en los míos. —¿Crees que estoy provocándote para una pelea? —pregunta fríamente—. Pensé que estábamos teniendo una conversación educada.
Trago el nudo en mi garganta y sacudo la cabeza. —Estás bien —digo—. Lo entiendo. Tengo dos hermanas. Garantizado, una de ellas es mayor que yo, pero todavía les doy un duro momento a los imbéciles que trae a casa. Y ni siquiera comencé con Chunk. El primero chico que traiga a casa no tendrá una oportunidad. Ya lo odio, y el chico probablemente ni siquiera sabe que ella existe.
El hermano directamente al frente de mí sonríe un poquito. Podría ser mi imaginación, pero sé a ciencia cierta que ya no está frunciendo el ceño. —¿Chunk? —pregunta Aaron—. Six dijo que les das apodos a las personas.
»¿Así le dices a tu hermanita? —Asiento
—¿Cómo le dices a Six? —dice el hermano al otro lado de mí. Estoy bastante seguro que su nombre es Michael. Tengo una probabilidad de cincuenta-cincuenta de estar en lo correcto, considerando que el hermano en el extremo podría también ser llamado Michael. Es ese o Zachary.
Six le da un golpecito a mi pierna de nuevo, y me doy cuenta que no le he respondido. —Cenicienta —suelto.
Ahora todos se me quedan mirando, esperando una explicación para eso. No creo que quiera darles una. ¿Cómo les dices a cuatro hermanos que le llamas a su hermanita Cenicienta porque tuviste sexo caliente al azar con ella en el armario de mantenimiento de una escuela?
—¿Por qué le dices así? —pregunta Aaron. Se vuelve hacia su hermano en el extremo—. Zach, ¿no solías tener una tortuga llamada Cenicienta?
Zach. Zach es el más callado.
Sacude la cabeza. —Ariel —dice, corrigiendo a Aaron—. Tenía una cosa por la sirenita.
El que ahora puedo asumir es Michael, basado en el proceso de eliminación, dice—: No contestaste la pregunta. ¿Por qué le dices Cenicienta?
Six se ríe entre dientes, y sé que encuentra esto extremadamente divertido, a pesar de que yo un poco deseo ahogarme hasta morir con un hueso de pavo para que pueda ser sacado de mi miseria.
—Le digo Cenicienta porque la primera vez que posé mis ojos en ella, pensé que era tan hermosa que no podía ser real. Las chicas como ella estaban reservadas solo a cuentos y fantasías.
Estoy orgulloso de mi propia respuesta. No sabía que podía mentir bajo una presión como esta.
El callado se endereza en su asiento. Zach. —¿Así que estás diciendo que fantaseas sobre nuestra hermanita?
Qué demo…
—¡Jesús, Zach! —grita Six—. ¡Basta! Los cuatro, ¡basta! Sólo están interrogándolo para divertirse.
Los cuatro comienzan a reír a carcajadas. Evan me guiña un ojo, y todos comienzan a comer de nuevo.
Todavía no soy lo suficientemente valiente para recoger mi tenedor delante de ellos.
—Sólo estamos molestándote —dice Zach con una sonrisa—. Nunca conseguimos hacer esto, porque eres el primer chico que Six nos permite conocer.
Me vuelvo y miro a Six. No sabía de este pequeño hecho, y creo que un poco me encanta. —¿Lo soy, en serio? —le pregunto a ella—. ¿Nunca le has presentado a nadie a tus hermanos?
Six sonríe y le da a su cabeza una pequeña sacudida. —¿Por qué lo haría? —dice—. Ningún otro chico se ha merecido conocerlos.
De inmediato la atraigo hacia mí y le doy un fuerte besazo en los labios. —Maldita sea, te amo, chica —digo, encontrando la confianza para finalmente recoger mi tenedor. Ahora se ve más como un tenedor que una espátula.
Pincho la comida y tomo un gran bocado.
Los cuatro hermanos están observándome en silencio. Los cuatro están sonriendo.
°°°
Caigo sobre la cama de Sky con un gran suspiro, aterrizando en mi espalda al lado de Holder, quién está apoyado en el cabecero.
—Veo que sobreviviste a la reunión con los hermanos —dice, bajando la mirada hacia mí.
—Apenas —digo—. Pero creo que al final me gané su apoyo .
—¿Cómo lograste eso? —pregunta Sky. Está sentada al otro lado de Holder, jugueteando con su teléfono.
—Les di apodos a todos. Me encontraron muy divertido. —Holder se ríe.
—Sólo tú, Daniel.
—¿Dónde está Six? —me pregunta Sky.
—No se sentía bien para venir. —Me empujo hasta levantarme—. Sólo quería dejarle saber a Holder que todavía estoy vivo. Tengo que volver allá.
Antes de que camine de vuelta hasta la ventana de la habitación, veo un ceño en el rostro de Sky. No me gusta, porque ella nunca frunce el ceño. Es una de las personas más felices que alguna vez he conocido.
Llego a pensar al respecto, que tampoco me gusta el hecho de que Six no quiso venir aquí esta noche. Fue raro, porque tampoco se sentía bien anoche.
Me doy cuenta que algo está pasando entre las dos. —¿Qué está mal, Tetas de Queso?
Sus ojos se lanzan a los míos y fuerza una sonrisa. —Nada.
Doy un paso de vuelta hacia la cama. —Lo llamo patrañas —digo—. ¿Cuándo fue la última vez que hablaste con mi chica?
Baja la mirada a su teléfono y se encoge de hombros. Holder ve lo que he notado y pone un brazo alrededor de ella.
—Oye —dice de un modo tranquilizador—. ¿Qué está mal, nena? —La presiona más cerca en él y la besa en el costado de la cabeza, justo mientras una lágrima cae de sus ojos. Rápidamente levanta una mano para limpiarla, pero Holder se da cuenta. Se incorpora y vuelve a enfrentarla al mismo tiempo que tomo asiento en la cama.
—Sky, ¿qué pasa? —dice, animándola a levantar la mirada hacia él.
Le resta importancia, sacudiendo la cabeza. —Probablemente no es nada —dice—. Estoy segura que está cansada o algo.
—¿Quién está cansada? —le pregunto—. ¿Six?
Asiente.
Su suposición me confunde, porque Six no está cansada. Parecía bien esta noche.
—Es sólo que no ha estado viniendo en los tres días que hemos estado en el receso de navidad —dice Sky—. Tampoco me ha enviado mensajes de texto o me ha regresado una llamada. Creo que está enojada conmigo, pero no tengo idea de lo que hice.
De inmediato me pongo de pie. —Bueno, tenemos que arreglar esto —digo, un tanto en pánico—. No puede estar molesta contigo. No tienen permitido pelear. —Comienzo a pasear por el cuarto. Holder está mirándome con aquellos ojos entornados e intimidantes.
—Daniel, cálmate. Son chicas. Las chicas a veces discuten.
Niego con la cabeza, rehusándome a aceptarlo. Estoy paseando de nuevo. —No Sky y Six. No son iguales a todas las otras chicas, Holder. Sabes eso. Ellas no pelean. No pueden pelear. Se supone que vamos a ir a la Universidad juntos. Se supone que sean compañeras de cuarto. —Me vuelvo para enfrentarlo, llegando a una pausa—. Somos un equipo, hombre. Tú, Sky, Six y yo. Tú y yo. Six y Sky. No pueden separarse. No permitiré que suceda. —Estoy ya dirigiéndome a la ventana. Sky está suplicándome que no haga un gran asunto de ello, pero es demasiado tarde para eso. Estoy subiendo por la ventana del cuarto de Six y mi corazón está acelerado, y no hay modo de que pueda dejarlas mantener esto por otro día.
Six está acostada en su cama, mirando el techo. No se vuelve a mirarme cuando entro en su cuarto. —¿Cuál es el asunto? —le pregunto.
—Nada —dice de inmediato.
Patrañas.
Me arrodillo en la cama y me muevo hasta que estoy encima de ella, mirándola desde arriba. —Patrañas.
Se aparta de mí, así que agarro su mentón y la hago mirarme de nuevo. —¿Por qué estás enojada con Sky?
Sacude la cabeza, y puedo ver en sus ojos que no está enojada con Sky. —No estoy enojada con ella —dice, sonando ofendida. Quiero sentirme aliviado, pero algo está todavía molestándole.
Parece preocupada. Asustada, incluso. Me siento como un idiota por no reconocerlo antes, pero ella estaba más callada que lo usual durante la cena.
Y anoche. Estaba muy callada anoche.
Mierda. Tal vez está enojada conmigo.
—Lo lamento —le digo. Me mira, confundida.
—¿Por qué?
Me encojo de hombros. —No sé. Por lo que sea que hice. A veces hago o digo mierda muy estúpida, y ni siquiera me doy cuenta que estoy haciéndolo hasta que hiero los sentimientos de alguien. Así que si eso es lo que está mal, lo siento. —Bajo la cabeza y la beso—. Lo lamento mucho, mucho.
Empuja contra mi pecho, y me siento sobre mis rodillas. Se sienta en frente de mí. —No hiciste nada mal, Daniel. Eres perfecto.
Amo esa respuesta, pero odio que todavía no sé qué la está disgustando.
—Es que… —Su voz disminuye, y baja la mirada a su regazo—. Si te cuento algo… ¿juras que nunca le dirás a Holder?
De inmediato asiento. Tanto como siempre estaré allí para Holder, no hay forma en el infierno que rompa la confianza de Six. —Lo juro.
Sus ojos encuentran los míos, y silenciosamente me está diciendo que mejor hable en serio, porque lo que está a punto de contarme es algo grande.
No me gusta esta mirada en sus ojos. Afortunadamente, sale de la cama y camina a su escritorio.
Recoge su portátil y la trae a la cama. —Quiero mostrarte algo. —Abre la portátil y maximiza una ventana antes de darla vuelta para enfrentarla a mí—. Y por favor, nunca menciones este tema de nuevo, Daniel.
Jalo la portátil frente a mí y comienzo a leer.
Las palabras como niña perdida, recompensa, fechas, declaraciones y fotos están inundando mis ojos. Estoy sacudiendo la cabeza, porque las palabras en la pantalla no tienen ningún sentido cuando se están refiriendo a la foto de un niñita que se parece a Sky.
—¿Qué es esto, Six? —pregunto.
Arrastra la portátil de vuelta fuera de mis manos. —No estoy segura —dice—. Dejé mi computador aquí mientras que estaba en Italia. Me di cuenta hace un par de días que esto estaba en mi historial de búsqueda desde hace varios meses. No sé qué hacer, Daniel —dice, bajando la mirada a la pantalla—. Es ella. Es Sky. Le preguntaría, pero creo que si lo supiera, me habría dicho algo.
Todavía estoy intentando procesar lo que acabo de ver en el computador y todas las palabras saliendo de la boca de Sky.
—¿Qué si fue Karen quien usó mi computador? ¿O Holder? ¿O alguien más? No sé con certeza que Sky fue la buscó esto, y estoy asustada de que si le digo algo, estaré sacando a colocación algo que ella ni siquiera quiere saber.
Ni siquiera dudo. Agarro la portátil y me pongo de pie. —¿Six? Esto no es algo que mantienes para ti misma. Si no le dices ahora, nada nunca será lo mismo entre ustedes dos, porque te sentirás demasiado culpable para hablar con ella. —Le agarro la mano—. Vamos. Vamos a sacar la curita de una vez.
Sus ojos están amplios y asustados, pero no me importa. No puede mantener reprimido algo así. Y si esta niñita es realmente Sky, tiene todo el derecho a saber.
Nos paramos, pero antes de dirigirnos a la ventana, presiono a Six en un fuerte abrazo. Beso la cima de su cabeza y le digo que estará bien. —Podría ni siquiera tener nada que ver con ella —digo—. Podría ser solo una coincidencia.
°°°
Estamos parados a los pies de la cama de Sky, observándola. Holder tiene la portátil y la mano de Sky está cubriendo su boca. Ambos están mirando a la pantalla con los ojos como platos.
Los dos en silencio.
—Lo siento —dice Six—. No sé qué es esto o quién estaba buscándolo… pero no sabía cómo decírtelo. Y tampoco sabía cómo no decírtelo.
Sky finalmente quita los ojos del computador, pero no caen en Six. Se deslizan arriba al rostro de Holder. Él la mira serenamente y expulsa un profundo aliento, luego cierra la portátil con suavidad.
Sus reacciones son muy raras. Esperaba un poco de llanto. Un poco de gritos, tal vez. Quizás un par de objetos volando que tendría que esquivar.
Holder empuja la portátil hacia Six. —No necesitamos verlo —dice—. Ella ya sabe.
Six jadea, y le agarro la mano. Sky se pone de pie al mismo tiempo que Holder. Ella camina hacia nosotros y coloca las manos en los hombros de Six, mirándola calmadamente. —Te habría dicho, Six —dice—. Pero si esto se descubre… no soy yo la que será afectada. Es Karen. Es el único motivo por el que no te conté.
Los ojos de Six están amplios y dolidos, pero puedo decir que también está intentando ser compresiva. —¿Así que fue Karen? —susurra Six, retrocediendo de Sky.
Sky asiente. —Todo lo que leíste sobre mi niñez era verdad —dice. Mira a Holder por permiso para continuar. Él asiente, pero me mira y me lanza esa mirada. La mirada que me dice que lo que estoy a punto de oír nunca dejará este cuarto.
—Karen hizo lo que tenía que hacer porque mi padre era un monstruo —dice Sky. Las lágrimas llenan sus ojos y Holder se acerca por detrás y coloca las manos en sus hombros. Besa la cima de su cabeza, presionando la espalda de ella contra su pecho—. Descubrí todo después de que Holder me dijera. Mientras estabas en Italia.
Miro a Holder. —¿Cómo supiste?
Me considera en silencio por unos segundos. Luce como si se arrepintiera de no contarme, pero no lo culpo. No es mi asunto. —La reconocí. Les y yo… solíamos vivir en la casa de al lado de ellos antes de que nos mudáramos aquí. Todos éramos amigos. Estuve allí cuando sucedió.
Six y yo comenzamos a caminar por el cuarto. Es demasiado para asimilar. Ni siquiera estoy seguro de querer saber algo como esto sobre ellos. Eso es un montón de presión… tener esta clase conocimiento en mi cabeza. No me gusta que ellos sepan que ahora sé esto. Me gustaba como las cosas eran ayer. Me gustaba cuán fáciles eran, antes de que toda esta nueva información fuera plantada en mi cabeza. Ahora tengo que enterrarla y fingir que no está allí, pero es tan enorme. Es demasiado para Sky y Holder tener que confiar en nosotros con esta clase de cosa.
—¡Dejé embarazada a Six! —suelto, sintiéndome un poco aliviado que estoy dándoles un secreto, también—. El año pasado. Ella era la chica en el armario —le digo a Holder. Le conté sobre ella una vez, así que sé que sabrá a lo que me estoy refiriendo—. Tuvimos sexo sin siquiera saber cómo se veía el otro. Quedó embarazada y lo descubrió cuando estaba en Italia. No sabía quién era yo y estaba asustada, así que entregó nuestro hijo en adopción y… sí —digo, pausando para enfrentarlos a todos. Dejo caer las manos a mis caderas y tomo una respiración calmante—. Tuvimos un bebé.
En este momento todos están mirándome. Six me está viendo como si de pronto ya no fuera perfecto. —¿Daniel? —susurra—. ¿Qué demonios?
Está enojada conmigo. Está dolida porque solté el secreto más grande que jamás ha tenido en toda su vida.
Camino hacia ella y coloco las manos en sus hombros. —Tuve que igualar el marcador. Teníamos que decirles. Sabemos esta cosa realmente grande sobre ellos y a no ser que sepan nuestra cosa realmente grande, no estará entre nosotros. Las cosas serían raras.
No sé si estoy teniendo algún sentido para ella.
—¿Six? —susurra Sky—. ¿Es cierto?
Six se aparta de mí y baja la mirada. Asiente, avergonzada. —¿Por qué no me contaste?
Six levanta la mirada a Sky. —¿Por qué no me dijiste que tu nombre ni siquiera es Sky? —dice Six a la defensiva.
Sky asiente lentamente, entendiendo que ella no puede culpar a Six y Six no puede culparla. Todos estamos nivelados ahora. Permanecemos en silencio, cada uno de nosotros absorbiendo cada cosa que ha sido revelada.
—Vamos a sellarlo —digo. Sostengo mi palma en alto y escupo mi mano—. Nada de esto jamás saldrá de esta habitación. —Sostengo mi mano entre los cuatro y los insto a hacer lo mismo.
—No voy a intercambiar saliva contigo —dice Sky con una mirada de repugnancia en su cara.
Six levanta los ojos para encontrar los míos. —Yo tampoco —dice, arrugando la nariz.
Sacudo la cabeza, confundido. —Es saliva —digo—. No tienes problema en meter tu lengua en mi boca, pero ¿no tocarás un poquito de saliva con tu mano?
Hace una mueca. —Eso es diferente.
Holder da un paso adelante y levanta su meñique. Me le río. —¿En serio, Holder? ¿Quieres que hagamos juramento de meñiques?
Me fulmina con la mirada. —Me gustaría que sepas que no hay nada malo en sostener meñiques —dice a la defensiva—. Ahora limpia la saliva de tu mano como un hombre y ven a sostener mi maldito meñique.
No puedo creer que esté a punto de hacer un juramento de meñique. ¿Cuántos años tenemos, cinco ?
Hago lo que me pide y me limpio la mano sobre mis vaqueros, luego todos caminamos hacia él. Envolvemos nuestros meñiques, y nos miramos a los ojos. Ninguno pronuncia una palabra, porque no tenemos que hacerlo. Todos sabemos que sin importar qué ocurra, cualquier cosa que esta noche nos hemos enterado sobre el otro nunca dejará este dormitorio.
Una vez que liberamos nuestros meñiques, damos un paso atrás y observamos el momento en silencio.
Después de varios minutos de incomodidad, me vuelvo hacia Six.
—¿Quieres que vayamos a besuquearnos en el parque?
Asiente y expulsa un aliento de alivio. —Sip.
Gracias a Dios.
Me vuelvo hacia Holder y Sky. —¿Todavía sigue en pie la cena en mi casa mañana a la noche?
Holder asiente. —Claro. Siempre y cuando le digas a tu papá que no tiene permitido sacar ninguno tema vergonzoso.
¿Holder no ha aprendido nada de observarme?
—Es mi padre, Holder. Si le digo eso, lo tomará como un reto.
Holder ríe. Doy un paso adelante y lo atraigo a él y Sky por un abrazo. Me estiro detrás de mí y agarro a Six, arrastrándola hacia nosotros. —Mejores amigos por siempre —les digo—. Los amo tantísimo, joder.
Todos gruñen y se alejan de mí. —Ve a besuquearte con tu novia, Daniel —dice Holder.
Le guiño un ojo a Six y la empujó hacia la ventana.
Sé que no será esta noche, pero todavía tengo curiosidad cuanto tiempo será antes de que finalmente me deje estallar su corcho.
Nop. Todavía no lo suficiente sexy.
¿Destrozar su hamburguesa?
Oh, Dios, no.
¿Plantar mi flor en su jardín?
¿Qué demonios, Daniel?
¿Hacerle el amor?
Sí. Eso es. Eso es lo indicado.
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